REALISMO:  (Existencialismo, Veracidad, Exactitud)

Doctrina y forma de presentar las cosas o hechos tal como son, sin suavizarlas ni exagerarlas. Es la imitación fiel de hechos o cosas, no basadas en el idealismo, en la fantasía ni en la ilusión. Si alguien va o no en serio, es algo que no se ve en las grandes decisiones, sino en las tareas pequeñas de cada día. Ir en serio, es afrontar la realidad con pensamientos grandes y positivos, quiere decir formar con ese mismo espíritu la propia vida cotidiana en las mil pequeñas ocasiones que se presentan todos los días. Con frecuencia encontramos personas que viven más en el mundo de la imaginación y de los sueños que en la realidad; Con cierta sorpresa comprobamos que ese mundo irreal que construyen con el deseo, y el pensamiento les ocupa mucho más que las cosas normales de la gente que les rodea. Solemos decir que son distraídos, que viven en las nubes o que están en su mundo, ensimismados, metidos en sí mismos y con todas las puertas de comunicación bloqueadas. Su desinterés por la realidad les aleja de los asuntos que ocupan a los demás. Se convierten en islas, gente aislada sin conexión con la realidad. Naturalmente, existen muchos grados de evasión, y algunos casos pueden ser patológicos. Pero, sin llegar a serlo, estas actitudes no pueden llamarse positivas y tienen, además, consecuencias desfavorables para ellos mismos y para quienes les rodean.

Estar atentos: La vida es exigente con todos nosotros y son muchas las cuestiones que requieren atención, respuesta, trabajo, decisiones, servicio, cuidado. No es oportuno evadirse como si las personas y los asuntos no tuvieran que ver con nosotros. No hemos nacido para permanecer de brazos cruzados. La vida es tarea y acción. Todos, hombres y mujeres, estamos llamados a la acción, no cabe estar y dejar que pase el tiempo como el aire sobre nosotros: Hemos de amar al mundo, al trabajo, a las realidades humanas. Cada situación humana es irrepetible, fruto de una vocación única que se debe vivir con intensidad.

Atender a la realidad: Esta es la actitud que permite responder a las necesidades de los demás y amarles de verdad, trabajar con eficacia, responder a las cuestiones que se nos ponen delante.

El exceso de imaginación: Importa mucho distinguir lo real de lo imaginado, y no hacer hipótesis sobre lo que no se puede saber. Se trata de vivir con los pies en la tierra, conscientes de nuestro alrededor, comprometidos con nuestros deberes y objetivos, responsables, con el sentido práctico suficiente para resolver situaciones complicadas, pendientes de lo que pasa, informados de lo que ocurre más lejos, atentos a la situación de los demás, sensatos, conscientes de que la realidad es inmensa e inabarcable y que alcanza también a lo invisible, que también existe; prudentes para decidir, audaces para resolver. Sin estas actitudes, que conforman este valor, las personas se vuelven ineficaces, las circunstancias les zarandean, a los demás les desesperan su pasividad e indecisión y terminan pensando: este es un inútil. El desinterés se ha apoderado de ellos. ¿En qué consiste ese realismo sano? Contiene muchos aspectos relacionados con los valores adquiridos y ejercitados en todos los ámbitos de la vida: Puntualidad: con frecuencia equivale a una visión clara del tiempo que duran las tareas, lo que tardamos en llegar a un sitio, un respeto hacia los demás que nos esperan. Responsabilidad: hacia los deberes, compromisos y obligaciones, sin excusas ni evasiones. Eficacia: conocer todos los aspectos implícitos en los trabajos que se realizan para poder resolverlos y dejarlos bien terminados. Sinceridad: reconocer la verdad sobre uno mismo, admitirla tal como es. Afrontar las consecuencias que pueda acarrear la verdad. Observación: una vista atenta a la realidad que permite actuaciones acertadas. Ojo con mantener la mente lejos de la realidad. Cuidado: brota del interés hacia las personas, y del deseo y la necesidad de tratar bien las cosas que se usan. Experiencia: saber aplicar lo aprendido a las nuevas situaciones. Moderación: porque se sabe ya que los excesos causan daños y no sirven para solucionar problemas. Visión amplia: que permite distinguir lo pequeño de lo grande, tener en cuenta todos los factores, advertir lo importante, respetar las actuaciones de los demás. Aceptación: saber asumir las situaciones tal como son: si un enorme pedrusco se ha deslizado por la ladera del monte y obstruye el camino e impide el paso, puede pensarse que lo mejor es rodearlo por la izquierda; y otro puede asegurar que por la derecha. Lo que no se puede ignorar es el pedrusco. Un realismo equilibrado lleva a dejar un asunto y pasar sin dilación a otros, y mantener las actitudes que corresponden en cada lugar, porque en el propio hogar la actitud no puede ser la misma que cuando estamos en el trabajo: si al llegar a casa aplicamos esa misma exigencia al ver que los hijos pequeños no están haciendo todavía los deberes, les abrumaremos con un rigor que no corresponde. Tampoco en las diversiones o en el deporte debemos aplicar criterios ajenos a esa situación distendida. Ser realista es adaptarse a las circunstancias, actuar de acuerdo con lo que está pasando. Realismo es aceptar sin excesivo alboroto que se ha estropeado el congelador y es necesario sacar todos los alimentos, improvisar nuevos menús antes de que se estropee todo lo congelado. Admitir sin detenerse en lamentos que el coche se ha quedado sin batería y debemos ir al trabajo en transporte público. Hacerse cargo y tener en cuenta que uno de los hijos es menos inteligente que el otro y admitirlo, para no reñirle demasiado si sus notas son más bajas. Es no detenerse en conjeturas en torno a lo que no sabemos, imaginando causas y efectos inverosímiles. Y así en múltiples cuestiones que, aunque parezcan menores, no lo son. Lo invisible también es real: No es oportuno confundir el realismo con el sentido materialista de la vida, con una visión exclusivamente práctica; tampoco se identifica con la eficacia inmediata y la capacidad resolutiva. La persona realista sabe que lo material y lo inmediato no es todo y que cada persona lleva en sí un mundo invisible. Sin esta fe y este reconocimiento la vida se vuelve muy plana, exclusivamente horizontal; y no es este el modo humano de vivir. La dimensión trascendente forma parte de la realidad, y corresponde al hombre darse cuenta de que es así para vivir plenamente y de forma coherente con lo que es. El verdadero realismo es material y espiritual al mismo tiempo. No somos solo un cuerpo animado y puesto en marcha, vivo para hacer y resolver. Hemos nacido libres para amar y ser amados, para hacer el bien, para conseguir una sociedad más humana y más justa, para ayudar y servir a todos los hombres. Si esta es la misión, no procede vivir de ensoñaciones ni trazarse metas imaginarias, engañarse a sí mismo, evadirse de la propia responsabilidad. Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja huella, Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego que llevas en tu interior, en forma de espiritualidad.

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE.  Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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