PUDOR: (Recato, Modestia, Honestidad)
Inclinación a mantener latente lo que no debe ser mostrado, o callar lo que no debe ser dicho; el cuidado para no mostrar lo íntimo ante extraños, significa la integración lograda de la sexualidad en la persona y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. El respeto que tiene una persona hacia sí misma se manifiesta en distintas actitudes. Una de ellas es el pudor: El pudor incluye no solo la interioridad espiritual y mental, sino también el cuerpo, pues él y en cuanto a él se refiere, forma parte de nuestra intimidad. Se extiende también a la casa, y al lenguaje manifestativo, pues ambos son ámbitos de expresión de lo íntimo. Es valor cuando el pudor se orienta al bien, a lo que es mejor para uno mismo y para los demás. El pudor aparece en la persona que tiene conciencia de su valer y dignidad. Es sentimiento natural y aunque significa reserva, es una actitud positiva porque nace del respeto hacia uno mismo. Violar la intimidad, forzar a manifestarla, exponer a una persona a la vergüenza pública, desposeerla de lo íntimo es una de las ofensas más graves. Estas acciones constituyen una invasión y un despojo, hieren a la persona en lo más hondo.
La ausencia de pudor: Sentimos apuro y perplejidad cuando alguien manifiesta fuera de lugar su intimidad; al conocer algo que no nos corresponde saber o al encontrarnos espectadores de lo que no debería manifestarse; surge entonces una reacción espontánea: un no querer estar allí, no haber visto ni haber oído. En personas con pocos escrúpulos, las reacciones pueden ser otras. Hay un sentido común, es pudor natural, que juzga y valora lo íntimo propio y de los demás, que reconoce enseguida lo que es inoportuno en una situación. Mantener este sentimiento y actuar en consecuencia guarda a salvo la dignidad que todas las personas tenemos: es respeto hacia uno mismo y hacia los demás; algo así como una lealtad hacia nosotros y lo que somos. La falta de pudor rebaja, desdice, resta elegancia, manifiesta imprudencia, expone no pocas veces al ridículo.
Vestir con elegancia y pudor: Por ser el cuerpo parte de la intimidad, el pudor se muestra como resistencia a la desnudez, por eso lo defendemos ante los extraños. El vestido protege al cuerpo no solo contra la intemperie, sino también contra las miradas que pudieran reducir a la persona a objeto de deseo. La vida privada de cada uno está protegida por el vestido: es tan necesario o más que la casa, el pan, el agua. Entre las obras de misericordia aparece la de vestir al desnudo, porque constituye una necesidad primaria. Y el vestido tiene un significado social, manifiesta el estilo y la personalidad de cada uno y se adapta, debe adaptarse, a las circunstancias, porque es distinta la ropa de fiesta de la de trabajo, de campo o de monte. Este saber estar a tono con la situación se aprende generalmente en familia y se cultiva a lo largo de la vida según los gustos y formas de vida que se adquieren. Existe una sutil relación entre pudor y elegancia que no todas las personas descubren, pero es así: la ausencia de pudor barre la elegancia, y aunque el cuerpo sea joven y bello, el hecho de exhibirlo conlleva una desvergüenza patente que es incompatible con el estar a tono, con la elegancia. La moda marca estilos de vestir y es natural adaptarse a ellos; siempre con la iniciativa propia de cada persona. Somos libres para, dentro de la moda, elegir lo que nos gusta y es adecuado. Hay prendas que una persona con un poco de sensibilidad, no llevará: aunque estén de moda, aunque todo el mundo vista así. Aunque esta palabra, modestia, esté actualmente cargada de connotaciones negativas, su verdadero significado tiene que ver más con el respeto y la bondad, sobre todo si va acompañada de elegancia, naturalidad y sencillez. Cuando una persona combina elegancia y pudor en la forma de ser, estar, hablar y vestir, su aspecto es atrayente, y los demás la aprecian y admiran, valoran sus otras cualidades, la respetan. Y ocurre lo contrario cuando falta pudor: lo indecente es incluso ofensivo. Quien no siente necesidad de ser pudoroso carece de intimidad, y así vive en la superficie y para la superficie.
Castidad y pudor: El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia; inspira la elección del vestido. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción. Estos valores y son poco apreciados actualmente y permanecen ausentes en la vida de muchas personas. La repercusión de este hecho en la vida social es evidente. Cuando se deja de vivir este valor, las personas se hacen superficiales y sensuales. Resulta entonces fácil caer en costumbres que dañan la dignidad propia de un hombre de bien.
Dignidad y libertad: La castidad y la pureza de corazón, que tienen múltiples manifestaciones, son necesarias para alcanzar la verdadera libertad. La sensualidad que busca por encima de todo el placer, la ausencia de autodominio sobre las pasiones, esclaviza a las personas y les impide conocer la grandeza de la vida humana y la propia grandeza.
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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE. Conozca sus fortalezas, T. Rath. Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com
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