ORDEN::  (Norma, Prescripción, Alineación, Armonización, Método) 

Propensión a hacer primero lo primero, dando a cada cosa el lugar que le corresponde. Solo sabiendo lo que se hace, se podrá dictar y ejecutar con propiedad. En el relato simbólico de la creación, se da cuenta que el Creador con inteligencia y sabiduría, fundó la tierra y el cielo y con su ciencia abrió los océanos y las nubes destilaron rocío. El hombre, hecho a imagen de Él debe trabajar para dominar la tierra y someterla y gracias a este trabajo, puede subsistir y realizar proyectos; su actividad requiere también un orden si quiere alcanzar los fines que desea. Por esto, ser ordenado y vivir con orden, es un valor muy importante.

Pensamientos y afectos: El primer orden, el prioritario, es interior. Nuestra intimidad, formada por pensamientos, afectos, emociones, proyectos, deseos, recuerdos, sentimientos, requiere una armonía que no surge de modo espontáneo, sino que se va construyendo poco a poco. La madurez consiste precisamente en ese gobierno y dominio de lo que somos por dentro. Cuando no es así, sobrevienen, no pocas veces, la ansiedad y la inquietud descontroladas. El orden en el pensamiento nos permite centrar la atención sobre lo importante: el trabajo que debemos realizar hoy y ahora. Con este orden es posible distinguir las prioridades y considerar las circunstancias, rechazar las distracciones, discernir lo que es urgente y ordenar las tareas, distribuir el tiempo con realismo. Lo contrario conduce a la precipitación, a la improvisación y a la ineficacia. También nuestros amores y afectos reclaman una escala organizada que responda a la naturaleza de los compromisos. No es justo descuidar la atención y cariño hacia los padres, ni olvidar las necesidades de los amigos. Es primordial manifestar nuestro afecto al marido o a la mujer: considerar sus preocupaciones, escuchar sus inquietudes, hacernos cargo de su cansancio, velar por su descanso. Y conceder a cada hijo la ternura y la atención que reclama. Cuando se anteponen otros intereses, cuando por deslumbre o capricho se tiene un mejor trato con otras personas y se recorta la dedicación a quienes están unidos a nosotros por vínculos de mayor categoría, se provoca un daño grande. Un corazón inestable, desordenado, puede ser fuente de infidelidades, deslealtades e injusticias de mayor o menor relieve. El orden de las cosas: Un consejo práctico que puede parecer pequeño, pero que es de gran interés para no perder el tiempo: tener un lugar para cada cosa y procurar mantenerlo; esta es la forma de encontrar lo que se busca cuando se necesita, de disponer de los medios y trabajar bien y hacer rendir el tiempo. El desorden aparece cuando se pierde de vista que el espacio y el tiempo son reales, cuando vivimos ignorantes de que es necesario someterse a ellos. Todo lo material requiere un lugar adecuado: si dejamos en cualquier parte lo que se usa para trabajar, si no hay lugar para cada cosa, y si lo hay no importa, todo se deja caer donde resulta más cómodo y fácil. Hay personas que viven con este desbarajuste y justifican su costumbre diciendo que no necesitan orden, que da lo mismo un sitio que otro para las cosas, y consideran que los demás son unos fanáticos de la organización. Sin embargo, los beneficios del orden superan a los males del caos. El respeto por las cosas reclama una atención sobre ellas y un uso adecuado. Algunas personas utilizan el coche como un trastero en el que van cayendo cosas conforme dejan de usarse por un tiempo; luego no se acuerdan de lo que hay allí; cuando quieren llevar un pasajero, la persona no encuentra dónde sentarse; quizá se disculpan, pero no ven la necesidad de llevar todo aquello a su lugar. Quien no sabe dónde deja sus cosas no las encuentra, o tarda mucho en dar con ellas. Por el contrario, los fanáticos del orden hacen la vida difícil a los demás. La virtud está en ese justo medio, que es flexibilidad y sentido común. El orden de las cosas es fuente de paz, medio de eficacia, respeto por la armonía, síntoma de equilibrio interior.

La gestión del tiempo: Conviene reconocer los procesos y saber el tiempo que ocupan las tareas que realizamos o estamos por emprender. ¿De dónde podemos lograr sacar más tiempo? Sin duda, del orden. Algunas personas programan su agenda con tanto por hacer que es imposible cumplir con todo y al final del día se desaniman porque, quizá, no se ha hecho lo importante. Se creen que el tiempo es elástico, que las distancias no existen y llegan tarde a sus citas: esta falta de realismo es desorden. Además, este descontrol sobre el tiempo no es bueno para la salud. Todas las cosas tienen su tiempo, hay tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado. Tiempo de derribar, y tiempo de edificar. Tiempo de rasgar, y tiempo de coser. Tiempo de callar, y tiempo de hablar. Es conveniente establecer una jerarquía de valores que estructure la dedicación a obligaciones y deberes. Otro aspecto del orden consiste en dedicar atención a los asuntos propios en el tiempo adecuado y en el lugar que corresponde. No conviene entrar en casa después de una jornada de trabajo con todos los problemas y preocupaciones en la primera línea de nuestros pensamientos ni con el estado de ánimo falto de alegría por las cosas que han salido mal. Quien vuelve a su hogar cargado con el peso de las mil cosas difíciles y complicadas ocurridas, no está para nadie ni tiene ánimo para escuchar a los otros; más bien, tiende a quejarse y enfadarse por cualquier nimiedad. Así, el buen momento de estar juntos se convierte en mal rato para todos. En cierta ocasión un amigo invitó a otro a cenar a su casa. Tras un largo paseo llegaban a cenar a la hora convenida. El amigo invitado observó que el dueño de la casa se acercaba a un árbol del jardín y pasaba los dedos suavemente por las hojas. Cuando le preguntó por qué hacía esto, le contestó que aquel era su árbol de los problemas y que antes de entrar en casa siempre dejaba sus problemas allí, nunca entraba con ellos. Y sucedía que, al día siguiente, cuando los recogía para llevárselos al lugar adecuado, ¡a veces encontraba menos! Gracias a este orden y sentido común, su familia se libraba de un peso enorme. Cuando tengas orden se multiplicará tu tiempo y podrás dar más servicio a los demás. La complejidad del mundo humano requiere inteligencia para llegar a una distribución razonable y ordenada del tiempo que permita llevar la acción hasta un fin previsto. En este contexto, el orden se hace necesario, no solo para conservar las cosas materiales, también para actuar con eficacia. Así, el orden se convierte en un medio necesario que evita el caos y la arbitrariedad.

Algunas claves para un orden personal: Con la prudencia y el realismo oportunos en cada caso, conviene mantener unas normas que aseguren, en la medida de lo posible, el buen hacer, el acierto en nuestras actuaciones, por ejemplo: Valorar, más que ningún otro, el éxito en casa, con los nuestros, a través del derroche de nuestro afecto desinteresado. No comprometerse nunca con lo malo, lo feo, lo poco elegante. Al tomar una decisión, tener presentes a las otras personas que están implicadas en el asunto. Escuchar a las dos partes enfrentadas antes de pronunciarse a favor o en contra. Pedir consejo ante situaciones complejas. De ordinario, no dar consejos si no nos lo piden. Defender a los ausentes. Planificar el día en el comienzo de la jornada o el día anterior. Optar siempre por lo positivo. No perder jamás el buen humor, tampoco en los momentos trascendentes. Aplicar el sentido común. Escuchar el doble de lo que se habla. Facilitar el éxito de los subordinados. Estar atentos a lo que tenemos entre manos. Gastar menos de lo que ganamos. Olvidar los agravios lo antes posible. Mantener a salvo nuestros principios, no cambiarlos al ritmo de las modas, no comportarse como las veletas al soplo de cualquier viento; defenderlos frente a incendios, terremotos y robos.

Lo más importante: En el fondo, el valor del orden estriba en darse cuenta del por qué está en el mundo y tratar de vivir en armonía consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, y de acuerdo con lo que es; emplear sus talentos y recursos para servir y amar al prójimo. Este es nuestro sitio: dentro de estos límites; aquí, hemos de gastarnos a diario, ayudando en el momento oportuno a todo aquel que nos necesite.

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE.  Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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