FE:  (Confianza, Ilusión, Convicción) 

En general, estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad, con la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga y cuestiona sobre su existencia. En ocasiones se insiste demasiado sobre la oscuridad de la fe, como si creer sin ver ni conocer por completo aquello en lo que se cree fuese vivir en medio de las tinieblas. Pero no es así; la fe es luz para la inteligencia y amplía el horizonte del conocimiento, abre la puerta a la verdad y a una realidad que de otro modo no se puede conocer. Con la luz de la fe descubrimos el sentido de nuestra vida y el de los acontecimientos cotidianos sin brillo. Con esta luz el corazón cobra energía para afrontar lo adverso y lo difícil y crece la esperanza. Para amar de verdad también necesitamos fe. Desde el claroscuro de la fe todos podemos afirmar: yo sé de quién me he fiado, sin temor a ser defraudados al poner nuestra confianza en dicha persona. En lo humano y en lo divino, la fe es admitir como cierto lo que no se ve de modo patente y palpable. Consiste en la adhesión firme y libre a las verdades y realidades que no se manifiestan directamente. Diariamente recibimos informaciones sobre hechos que no hemos contemplado en directo; sin embargo, confiamos en la fuente y los admitimos con naturalidad, pero la Fe reclama unas disposiciones naturales para nacer, crecer y fortalecerse. De modo semejante a la semilla echada en la tierra que cae, arraiga y crece, la fe necesita aceptación, una docilidad interior, porque es un acto de la inteligencia del hombre que asiente libremente a realidades que no se ven. El hombre es por naturaleza un buscador de la verdad, con el afán incansable y obstinado de conocer, descubrir, sin conformarse con medias verdades. La búsqueda de la verdad y del bien exige del hombre el esfuerzo de su inteligencia y la rectitud de su voluntad. También precisa del testimonio de otras personas que le enseñen y ayuden. En la vida de cada hombre ocurren hechos que interpretamos como mala o buena suerte o azar. Ningún argumento puede forzarnos a creer, porque la fe no se obtiene como resultado de una fundamentación teórica: el último paso es una decisión libre.  La fe divina: Es luz que alumbra la existencia de quienes la buscan, la encuentran, la siguen y le aman. La fe divina nace del encuentro con el creador, que nos llama y nos revela su amor; un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. La fe que recibimos como don sobrenatural se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo. Sin embargo, existen muchos obstáculos que impiden a la razón usar con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren al Creador y a los hombres sobrepasan de modo absoluto el orden de las cosas sensibles. Por ejemplo, cierran las puertas a la verdad quienes no quieren creer, quienes sin valorar argumentos diversos adoptan la postura de negarlo todo por sistema; los que solo admiten como real lo físico y rechazan lo espiritual del hombre. Quienes cierran los ojos a la bondad y a las obras buenas de tantas personas que dedican su vida al servicio de los demás. También una conducta inmoral, centrada en el sexo, obsesionada por el dinero, dominada por la vanidad, oscurece el camino de búsqueda, el encuentro con la verdad. La vida de los hombres buenos, el heroísmo de los mártires, la vida de personas que pasan por la tierra haciendo el bien, sin mirar a quien, son testimonios que hablan por sí solos, de la existencia de un ser superior que creo todo lo material existente en el universo conocido y por conocer, junto a la parte espiritual de los humanos. Ciertamente podemos negar la historia universal, a pesar de archivos y documentos que atestiguan los hechos; podemos rechazar y poner en duda la validez de los hallazgos de la ciencia, pero debemos admitir que no hay racionalidad suficiente en las teorías del caos o del azar para explicar el universo; estas dejan al hombre ante incógnitas que no puede resolver y que limitan la racionalidad del mundo. Resumen: Debemos creer en determinadas situaciones y acontecimientos, aunque no los hallamos visto o palpados. La fe, sustituye y complementa a nuestros sentidos, va más allá de lo concreto y nos permite confiar plenamente en algo o alguien que ocurrirá o conoceremos a futuro. La fe es una decisión libre y voluntaria, usted elije creer o no, en determinados sucesos pasados o futuros, por ej.: ¿Qué existió primero el huevo o la gallina? o ¿La raza humana existe por creación o por evolución? Su fe, basada en conocimientos y experiencias personales, le ayudará a decidirse por una alternativa, equivocada o no, respecto a la verdad del Creador de este sistema de cosas.

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE.  Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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