CONSOLAR:  (Confortar, Fortalecer, Tranquilizar) 

Aliviar la pena o aflicción de alguien. Proporcionar ayuda a una persona para que soporte una pena o un disgusto. Ayudar a alguien mediante buenas palabras o caricias, a soportar una angustia. En el accidente el coche había quedado para darlo de baja. El perito lo había calificado de siniestro total: dos palabras muy duras, porque el vehículo era indispensable para su trabajo y carecía de medios para comprar otro. Su seguro era el llamado básico, nada. El padre de familia estaba sereno, pero serio y preocupado, como era lógico. Lo reflejaba bien su cara tensa, una expresión que pocas veces habían visto sus hijos. En esta situación se le acercó su hijo pequeño y puso su mano sobre la de su padre, la apretó un poco y dijo con toda naturalidad y convencimiento: Papá, no te preocupes, ¡compraremos otro mejor! Como es lógico, el niño no sabía nada del estado de la cuenta bancaria de su padre bajo mínimos, ni de las facturas sin pagar, etc. Pero aquellas palabras llenas de cariño valían mucho más que todos los coches del mundo. El padre siempre las llevó bien guardadas cerca de su corazón: papá, no te preocupes. También el consuelo puede llegar desde la inocencia y el cariño del chico más pequeño. Si el sufrimiento fuera un sonido, el dolor de la humanidad sería un grito capaz de romper nuestros oídos en este instante. ¡Tanto dolor! Basta con pensar un poco en los hospitales, en los campos de refugiados, en las cárceles, en los niños que pasan hambre, en las familias rotas, en las personas sin hogar. A veces, basta con pensar en nosotros mismos, con nuestras dificultades, preocupaciones y dolores. A este cúmulo de dolor se añaden tantas tribulaciones que todo hombre y toda mujer padece en una vida diaria llena de aparente normalidad, quizá ante hechos que no trascienden hacia afuera. Debemos dejar que nos ayuden, aceptar el consuelo en la enfermedad, en el fracaso, en la ruina económica, en la soledad. Es difícil en ocasiones dar un poco de consuelo. Ante la realidad del dolor y de las penas de otro nos encontramos muchas veces faltos de recursos, inseguros y pobres en palabras para consolar. Este relato ocurría en un hospital de Madrid. Llegaba un poco tarde, era su segunda noche de voluntario en una clínica de cuidados paliativos. Allí había pensado él que podría estudiar algo para los exámenes, además de acompañar a los enfermos. Aquellas horas de silencio durante la noche parecían propicias. No fue así la primera vez, pero no le importó. Su enfermo, agitado, se despertaba con frecuencia, pero bastaba el calor de su mano y alguna palabra buena para que volviera la tranquilidad. La primera noche había pasado muy deprisa, y él se había marchado a casa cansado y contento. Es un arte: se requiere acertar con las palabras, el tono, la actitud. Es preciso saber que se llega a las personas por la inteligencia y por el corazón; no con palabras huecas ni ajadas razones, no con frases preparadas. Muchas veces la prudencia nos lleva a callar. Consolamos no pocas veces con nuestra compañía, si sabemos hacernos cercanos. Se trata también de no humillar: actuar de modo que la otra persona no se sienta mal por lo que decimos. Quizá no sea momento de hablar mucho. El silencio también es bálsamo. Tenemos ante nosotros una gran tarea: aliviar, sostener, reconfortar. Basta estar atentos para encontrar a ese hombre caído en el camino de la vida. Acompañar a los enfermos es un buen modo de vivir esta obra de misericordia. Junto a los cuidados materiales, esta cercanía puede facilitar al enfermo la comunicación y así desahogar las penas que suelen acompañar a la enfermedad o al fracaso. Si está rodeado de cariño, sus dolores pueden pasar a segundo término, puede descubrir la otra alegría que se encuentra detrás del sufrimiento. No hay mayor consuelo que saber, estar seguros de contar con el verdadero aprecio de quien trata de consolarnos.

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE.  Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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