AUDACIA: (Arrojo, Coraje)

Es audaz la persona que tiene el ánimo dispuesto para afrontar con esperanza y optimismo los riesgos que se presentan, con la confianza de poder vencerlos y superarlos. Aunque es un rasgo que está relacionado con el carácter de la persona, la audacia es un gran valor si se ejerce con realismo y sentido común; es decir, después de haber considerado el peligro y la dificultad, tal como reclama el valor de la prudencia. Entonces se puede, y se debe, ser audaz en asuntos de la vida cotidiana: un giro en el negocio, la compra de una casa más amplia, un cambio de colegio para los hijos, marchar a trabajar a un nuevo país, etc. Las personas que tienen este ánimo decidido no se intranquilizan por asuntos que a otros les estremecen. Las dificultades vienen a ser para ellos un aliciente, un estímulo que proporciona intensidad y tensión a la vida; les atraen los retos y lo difícil. Se enfrentan al acontecer sin miedo. Estas actitudes configuran su modo de vivir y marcan su trayectoria vital: son inconformistas y se sienten capaces de cambiar lo que no les gusta o les parece malo. En su entorno pueden ser incómodos, sobre todo para los perezosos y para quienes desean una vida más fácil y tranquila y no quieren demasiadas complicaciones. Hay un porcentaje alto de temperamento en esta forma de afrontar la vida, que requiere moderación: la primera audacia que debe ejercer quien es audaz es aceptarse a sí mismo, respetar y atender a la realidad. La audacia de conocerse bien y admitirse no es poca cosa. La audacia es valor si va acompañada, a lo menos de estas disposiciones: Valentía para soportar el peligro que entraña la vida. Aceptación del sufrimiento, sin dejar que nos amilane ni nos conduzca a la rebeldía estéril. Disposición a crecerse ante la dificultad y mantener una prudente esperanza de mejorar precisamente a través de esa situación adversa. Entender que la existencia, en toda su imprevisibilidad, está debidamente ordenada y vigilada. Saber que toda dificultad superada sirve para ser más fuerte. Confianza en el Creador. Afrontar los retos diarios: Quizá la consideración de estos aspectos pueda llevar a pensar que la audacia es valor para quienes, se vean capaces de afrontar grandes percances; y que al común de los mortales les basta con soportar resignadamente el acontecer diario. Es un engaño y puede ser fruto de la mediocridad, la comodidad, la pereza o la mezquindad. La vida, en sí, es una batalla diaria que tiene muchos frentes. No existe lugar donde esconderse y nadie se libra de entrar en este combate: vivir es enfrentarse con dificultades, sentir alegrías y sinsabores; y en esa fragua el hombre puede adquirir fortaleza, paciencia y serenidad. Por el contrario, es poco humano reducirse a mínimos, conformarse con metas ridículas, no arriesgarse, no emprender. Esta opción, motivada por el temor y la falta de esperanza, es cobardía, y por estos derroteros la persona se empequeñece. Se convierte en un temeroso, un hombre de ánimo pequeño, asustadizo, apocado. La vida diaria presenta abundantes retos más o menos importantes que entrañan incertidumbre y cierto riesgo, reclaman decisión y valentía: la audacia en estas ocasiones trata de resolverlos, no de escapar sin afrontarlos. Superar el temor: A veces se identifica erróneamente la audacia con no tener miedo. El justo es elogiado porque el temor no le aparta del bien, no por la falta completa de él. La persona audaz no ignora la realidad, por el contrario, es consciente de que el riesgo al que se expone comporta un alto grado de incertidumbre. Ante lo desconocido el hombre, normalmente, siente miedo. No consiste, pues, en no sentir temor, sino en no dejar que el temor paralice o impida realizar el bien. Es audaz y valiente el que hace frente a la dificultad que le produce temor, no por ambición ni por miedo a ser tachado de cobarde, sino por amor al bien. Quien se deja vencer por el miedo quizá tenga que reconocer, tiempo después, que su vida está discurriendo por un sendero equivocado y que se encuentra en esta situación: conocí cuál era mi camino, pero no lo seguí. Solo la audacia y la generosidad permiten al hombre conseguir paz y bienestar durante y después de su paso por la tierra. El camino seguro para el audaz comienza por ser responsable, respetuoso y honesto. 

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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