Los Valores Morales

Preceptos para mejorar su actual estilo de vida

 

INTRODUCCIÓN:

Los valores morales, joyas generadoras de éxito con paz y bienestar, son ideales, actitudes o comportamientos afectivos y prácticos que determinan la conducta de una persona, respecto a lo que considera bueno, correcto o provechoso para todos. Estos preceptos son más valiosos que todo lo material que podamos llegar a tener en la vida, pues además de darle sentido a la existencia, nos ayudan a convertirnos en el artífice de gran parte de nuestro destino.

Analícelos y descubra cuales son los principales 7, que necesita adquirir u optimar, para lograr una mejora en su estilo de vida, el cual le permita alcanzar parte de sus sueños y metas en paz y con bienestar.

Como sabemos, hoy debido a factores externos, la familia, núcleo de la sociedad, tiene a muchos de sus miembros sumidos en una profunda crisis valórica, solo mejorable en la medida en que cada uno de nosotros, examine, internalice, utilice y enseñe a su descendencia y comunidad, algunos de los más de 60 valores que ponemos a su consideración, entre los cuales destacamos:  la Responsabilidad, el Respeto, la Honestidad, el Servicio, la Fe, la Esperanza, la Justicia, la Diversidad, y la Gratitud.  Son todos valores que, para los expertos en el tema, resultan fundamentales para lograr, una mejora positiva y perenne en los diferentes ámbitos de nuestra existencia. Empezaremos el análisis con los cuatro primeros por ser pilares de los demás.

 

RESPETO:  (Acatamiento, Sometimiento, Cortesía, Mesura)

Respeto es escuchar a quien nos habla, acoger a quien nos visita, saludar al que nos saluda, guardar el secreto que nos cuentan, callar a tiempo en ocasiones, esperar sin atosigar, obedecer a quien corresponde, llegar con puntualidad, mirar con discreción, responder con amabilidad, dejar hacer. Es el reconocimiento del valor inherente y los derechos innatos de los individuos y de la sociedad. Éstos deben ser reconocidos como el foco central para lograr que las personas se comprometan con un propósito más elevado en la vida. Sin embargo, el respeto no es solo hacia las leyes o la actuación de las personas. También tiene que ver con la autoridad como sucede con los hijos y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto ayuda a mantener una sana convivencia con las demás personas, se basa en unas normas sociales e institucionales. El respeto nos ayuda a tener amigos y buenas relaciones ya que si tú respetas te respetan. Valor moral que faculta al hombre para el reconocimiento, aprecio y valoración de las cualidades de los demás y sus derechos, ya sea por sus conocimientos, experiencias o valor como personas. Y desde otro punto de vista: respeto es no indagar en la vida ajena ni curiosear, no preguntar lo que no se debe, no interrumpir conversaciones, no insultar, no juzgar sin conocimiento y necesidad, no criticar ni calumniar, no mentir, no importunar, no clasificar a las personas, no invadir el trabajo de otros, no reprochar por tonterías y otras cosas de poca monta. Es una falta seria de respeto sacar a la luz pública lo que debía permanecer en el ámbito de lo privado, como fotografiar y publicar la foto de un niño que reza o de una mujer que llora. En el trato social es una señal de respeto hablar con un tono de voz moderado. Nunca se debe llamar a gritos a alguien, sino para advertirle de un peligro inminente. De modo especial en la vida familiar conviene evitar ruidos estridentes o no, que distraigan a los demás. Quien debe madrugar no tiene derecho a organizar un estrépito con portazos, o abrir grifos sin consideración alguna, poner la radio a un volumen excesivo, o mover enseres en la cocina. Cuando se descuida la mesura que merecen las ideas y la manera de ser de los demás, se corrompe la delicadeza en el trato, convirtiendo la relación en un cúmulo de grotescas familiaridades, irrumpiendo indebidamente en la propia o ajena intimidad, sin pudor alguno. Respeto quiere decir, además, hacer todos los negocios y mantener todas las relaciones personales con miramiento, consideración y deferencia. Trate a sus subalternos y empleados en general como si fueran voluntarios. Especial cuidado y delicadeza merecen las personas que se encuentran en lo que algunos llaman estado vegetativo, que carecen de las expresiones más fundamentales de vida. En ningún momento podemos olvidar que son personas con la misma dignidad que los demás, pero que requieren un trato y consideración especial. No podemos olvidar que en ese lecho o en ese sillón, hay una persona que a pesar de su cruda realidad merece y necesita nuestro respeto, solidaridad y cariño, aún más allá de su probable muerte física. Finalmente podremos respetar a los demás, solo en la medida en que nos respetemos a nosotros mismos, para lo cual debemos incrementar nuestra dimensión espiritual, aceptando que somos personas únicas e irrepetibles, cuyo objetivo básico es alcanzar vida plena mediante el servicio desinteresado hacia los demás.

Resumen: Aplicando este valor a su hacer diario, logrará mejorar su estilo de vida, al obtener éxito, tranquilidad y bienestar a través del equilibrio en cada una de sus dimensiones básicas, a saber: física, mental y espiritual. Primero Respétese para poder respetar y luego, Respete para ser respetado.

 

ACTOS GRAVES DE IRRESPETO

Menosprecio, Desacato o Irreverencia

 

EL IRRESPETO:  

- Designa la falta de obediencia que se manifiesta hacia algo o alguien. - Es una forma de agresión que deteriora las relaciones interpersonales.

-  Generalmente se presenta al emplear alguno de los siguientes hábitos destructivos: criticar, culpar, quejarse, amenazar, castigar o sobornar, los cuales afectan a la supervivencia y bienestar de las personas.

- Es una de las principales causas de infelicidad, a nivel personal, familiar o social.

 

Son actos graves de irrespeto:

- Utilizar un lenguaje grosero o descortés, en familia y lugares públicos.

- Agredir física o verbalmente su propia integridad o la de los demás.

- Perforarse el cuerpo con utensilios o manipularlo de maneras que atente contra la salud, la ley, la moral o las buenas costumbres.

- Sustraer cosas o pertenencias de otras personas.

- Defraudar, engañar o violar derechos de autor y propiedad intelectual.

- Encubrir o permitirle a alguien sustraer cosas ajenas.

- Portar o ingerir cualquier droga o sustancia psicoactiva que pueda llegar a crear dependencia física o psicológica.

- Realizar actos de intimidad sexual como besarse y acariciarse en lugares públicos, cuando estos puedan constituirse en mal ejemplo para los demás o que atenten contra la moral de otros.

- Hablar sin esperar el turno.

- Interrumpir el trabajo o la lectura de otros.

 - Gritar o hablar fuerte en las aulas y habitaciones.

- Portar cualquier arma o usar objetos como tales, para intimidar o lesionar a alguien.

- Realizar cualquier otro acto que dañe la dignidad, seguridad o derechos de las personas.

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RESPONSABILIDAD:  (Compromiso, Competencia, Obligación)

Capacidad personal para reconocer y aceptar las consecuencias de todo hecho realizado libremente. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado. Para que pueda existir la responsabilidad son necesarios dos requisitos: •Libertad: Las acciones han de ser realizadas libremente. •Principios: Una norma desde la que se pueda auto-evaluar lo realizado. Un amplio conjunto de valores respalda el ejercicio de la responsabilidad. Está estrechamente vinculada a la libertad y a otros valores: fidelidad, lealtad, constancia, perseverancia, laboriosidad, amistad, amor a la patria, autenticidad, ejemplaridad, fortaleza, orden, generosidad, justicia, obediencia, solidaridad, respeto y veracidad. Responsabilidad es la relación de estos valores, ejercidos en el momento oportuno. Aunque este valor exige mucho de cada uno y conlleva una atención sostenida sobre gran diversidad de deberes, la respuesta adecuada a los muchos asuntos produce el gozo de saberse útil, reconocido por los demás, inmerso en la corriente de otras vidas que reciben los resultados de nuestro buen hacer. Y este gozo lleva consigo la paz, el bienestar y la alegría de servir con obras a la felicidad de otros. La vida es corta y el tiempo es el tesoro que permite trabajar y amar. La responsabilidad nos pide una vida intensa y llena. En todo instante debemos rechazar la pereza y el egoísmo y aprovechar las circunstancias para ser mejores, trabajar, servir y amar: estos cuatro verbos señalan la tarea principal. Es cierto que existen innumerables responsabilidades grandes y pequeñas, pero ninguna de ellas debe distraer de la vocación y misión recibidas del Creador. Son múltiples las derivaciones de la responsabilidad personal y es imposible enumerarlas. Se pueden señalar sugerencias sobre algunos campos de actuación que proporcionan una idea de su alcance: Somos responsables de nuestra familia y de las personas queridas y cercanas; con respecto a ellas estamos obligados a una fidelidad a los compromisos establecidos; a ser leales, a actuar con sinceridad y veracidad, a acompañar y apoyar cuando lo necesitan, cuando están enfermos. A ser afectuosos y amables, a dedicarles tiempo y buen trato. Responsables en nuestra profesión: trabajar intensamente, llevar a cabo las funciones que nos corresponden; respetar la autoridad, convivir pacíficamente con los compañeros y facilitar su trabajo, evitar conflictos; ser honrados y mantener una actitud de servicio. Como ciudadanos nos corresponde cumplir las leyes, votar en elecciones, respetar la propiedad ajena, pagar los impuestos, procurar una convivencia pacífica, respetar el orden en lugares públicos, ser solidarios, velar por la justicia, atender a los necesitados, preocuparnos activamente por los pobres, condolernos de los afectados por catástrofes y guerras. Vivir de acuerdo con la ética, ayudar económicamente a la comunidad según nuestras posibilidades, enseñar a los hijos las verdades de la fe, procurar, con total respeto de su libertad, que nuestros amigos busquen y encuentren un camino espiritual adecuado. La responsabilidad se aprende y debe crecer con la edad. Es necesario enseñarla a los niños desde pequeños, no solo con encargos y deberes, sino, sobre todo, a través del ejemplo y ayudándoles a razonar para conocer el porqué de lo que deben hacer. Vivimos para hacer el bien a todos. Para esto contamos con la fuerza y luz obtenida del conocimiento práctico, y del apoyo de las personas de nuestro entorno que viven con rectitud. Así podremos actuar de una manera digna y agradable, fructificando en obras buenas y creciendo espiritualmente.

Resumen: Ser responsable es actuar en todo momento y lugar, amando al prójimo como a sí mismo. Sin responsabilidad en su actuar cotidiano, nunca logrará avances legítimos y permanentes en ninguna de las áreas de su ser.

Características de las personas responsables. Previsoras, dueñas de sí mismas, capaces de perseverar, prudentes, no confían en cualquiera, son justas, saben perdonar, controlan sus palabras y acciones, saben corregir a sus descendientes.

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HONESTIDAD:  (Integridad, Sinceridad, Honorabilidad)

Es un valor que abarca muchos aspectos de la vida, se refiere también a la honradez. Es una cualidad humana consistente en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, y de acuerdo con los valores verdad y justicia. En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas. Cuando aplicamos a alguien el calificativo de honesto estamos afirmando que es una persona íntegra, sincera, irreprochable, que procura ser justa, insobornable, respetuosa con lo ajeno, ecuánime, leal, ejemplar. Quien reúne este conjunto de valores, actitudes y formas de actuar es admirado por los demás, es bien valorado, tiene prestigio y todos saben que se puede confiar en él. Un aspecto fundamental de este valor es el que se refiere al respeto de los bienes ajenos. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo. Es preciso recordar que los bienes no creados por el hombre, están destinados a todo el género humano: una persona honesta emplea los recursos según la idea y deseo del Creador. El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no solo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no solo a él, sino también a los demás. El concepto de honestidad, a pesar de su amplitud, señala comportamientos muy precisos y consiste en: Respetar la propiedad ajena, dar a cada uno lo suyo, no adueñarse de un objeto encontrado, devolver lo prestado, cuidar los bienes materiales públicos como si fueran propios, trabajar bien y con rectitud. ser fieles a la empresa, ser fieles también a los compromisos adquiridos, y cumplir las promesas. Las leyes civiles y penales establecen los principios que protegen la propiedad privada y los derechos y deberes de todos: tráfico, impuestos, etc. Existe el deber, que se apoya en la confianza de quien otorga el encargo, de gestionar correctamente los bienes, públicos y privados, y administrarlos con responsabilidad, mejor que si fueran propios. A veces se falta a la honestidad con acciones a las que no se concede mucha importancia: en algunas personas se ha adormecido la conciencia y no reconocen que determinadas intenciones, acciones y conductas atentan contra el bien y los bienes de otros. Son faltas de honradez en temas poco importantes en apariencia. Son comportamientos contrarios a este valor: divulgar lo que se conoce confidencialmente, utilizar en beneficio propio, bienes que pertenecen a la empresa o institución en la que se trabaja, ocultar información que deben conocer los demás, publicar noticias falsas o interpretadas torcidamente, dirigir negocios que encubren actividades poco lícitas, no pagar impuestos justos, no respetar la propiedad intelectual y hacer propio lo que pertenece a otros autores sin citar la fuente, murmurar, difamar, calumniar, robar. Cuando en una sociedad se hacen frecuentes estas conductas, el clima social queda contaminado, se generaliza la desconfianza y lentamente se adormecen las conciencias ante lo que en sí es malo.

El valor brota del interior: La persona honesta, sin embargo, no actúa de forma justa solo por respeto a la ley ni por temor al castigo: la honradez como valor va más allá de los preceptos porque nace del interior del hombre que ha comprendido el valor y la dignidad de las personas, sabe que existen unos derechos fundamentales de todos, ha decidido respetarlos y está dispuesto a vivir la solidaridad, la lealtad y la caridad, aunque esto le exija sacrificios y renuncias. Existen múltiples modos de actuar contrarios a la justicia, y hay comportamientos diversos que deshonran a los hombres. Malversar es destinar bienes materiales a una finalidad distinta a la que fueron destinados, y emplearlos de forma opuesta o diferente a los deseos de su propietario o depositario. Quien por su oficio es administrador de propiedades ajenas está obligado a respetar su finalidad. Tanto desde lo legal como desde lo moral-. Además, quienes de manera directa o indirecta se han apoderado de un bien ajeno, están obligados a restituirlo o devolver su equivalente en especie, junto a los frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido legítimamente de ese bien. Cuando se actúa en contra de estas obligaciones se violan derechos inalienables, causando daños a personas. En los casos de corrupción de gobernantes o empresarios las injusticias son más graves, incluso gravísimas. Hay obligaciones inexcusables derivadas del derecho a la propiedad: Es también moralmente ilícita la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno. Es injusto no pagar a los organismos de la seguridad social las cotizaciones establecidas por las autoridades legítimas. Son también ilícitos el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas. Los gastos excesivos y el despilfarro, atentan contra la justicia y la caridad. La virtud de la honradez modera la tentación de la avaricia, la inclinación a conseguir riquezas innecesarias; frena el afán de imponerse sobre los demás y ejercer el poder en provecho propio. Este valor es incompatible con la mentira, con las medias verdades. Donde aparece la mentira, el terreno en que se apoyan las relaciones entre las personas se resquebraja: se ha introducido un elemento falso e irreal que impide el buen entendimiento, la tarea en común, la verdadera comunicación; se traiciona la confianza de las personas. La ambigüedad, el engaño, los subterfugios, la ocultación malintencionada de información son actos contrarios a la honradez y, aunque los afectados no tuvieran conocimiento de ello, se ofende al prójimo y al Creador.

Prometer para cumplir: Si se hace una promesa, es para cumplirla. También en política. Cuando no se tiene intención de mantener lo prometido, lo oportuno es callar. Cuando se jura un cargo, se firma un contrato, se establece un compromiso y es preciso cumplir con él a pesar de las dificultades que ello implique. Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos, rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo.

Intenciones rectas y claras: La libertad de elección permite tomar múltiples decisiones y a través de ellas conseguir un fin o varios fines: quien es honesto, actúa con rectitud de forma que sus objetivos sean siempre claros; no guarda segundas intenciones ocultas ni falsea sus acciones haciendo creer que le mueve un buen deseo cuando en realidad no es así. La expresión «rectitud de intención» significa claridad de conducta, ausencia de disimulo o hipocresía. Es un actuar que responde a la verdad: “Nuestro sí, que sea sí y nuestro no, que sea no”. Cuando este valor ha echado raíces en el corazón del ser, no es difícil actuar de acuerdo con él.

Resumen: La honestidad nos permite tener la conciencia tranquila y nuestro hacer más apto para lograr cambios positivos en nuestro estilo de vida. Sin ella es imposible salir del fango de la deshonestidad.

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SERVICIO:  (Asistencia, Auxilio, Atención, Acompañamiento) 

Favor que se hace a alguien desinteresadamente. Es una de las características, que más aprecian las personas y que puede definir el ser o no estimado. Mérito que se adquiere sirviendo a una persona o entidad. Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia, ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes, pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que recordemos la experiencia de algún desconocido que apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada más. Las personas que son serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien. Siempre aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante dispuestos a ayudar, en todo caso, recibir un favor hace nacer en nuestro interior un profundo agradecimiento. La persona servicial, ha superado barreras que parecen infranqueables para las otras personas, tales como: El miedo a convertirse en el que “siempre hace todo”, en el cual, las otras personas, descargarán parte de sus obligaciones, aprovechándose de su buena predisposición. Ser servicial no es ser débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho. Muchas veces nos molestamos porque nos solicitan cuando estamos haciendo nuestro trabajo, o relajados en nuestra casa (descansando, leyendo, jugando, etc.). En estos momentos pensamos ¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la otra oficina a recoger unos documentos! ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden hacerlo? En este sentido, poder ser servicial implica superar estos pensamientos y actitudes, en otras palabras, quien supera la comodidad, ha entendido que en nuestra vida no todo está en el recibir, ni en dejar la solución y atención de los acontecimientos cotidianos, en manos de los demás. A veces se presta un servicio haciendo lo posible por hacer el menor esfuerzo, con desgano y buscando la manera de abandonarlo en la primera oportunidad. Allí se manifiesta la pereza, que también impide ser servicial. Es claro que somos capaces de superar la apatía si el favor es particularmente agradable o de alguna manera recibiremos alguna compensación. ¡Cuántas veces se ha visto a un joven protestar si se le pide lavar el automóvil! pero cambia su actitud radicalmente, si existe la promesa de prestárselo para salir con sus amigos. Cada vez que ayudamos a alguien, por pequeño que sea, nos proporciona esa fuerza para vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo para atender otros asuntos o simplemente, descansar de sus labores cotidianas. La base para vivir este valor es la rectitud de nuestras intenciones, porque es evidente cuando las personas actúan por interés o conveniencia, llegando al extremo de exagerar en atenciones y cuidados a determinadas personas, por su posición social o profesional, al grado de convertirse en una verdadera molestia. Esta actitud tan desagradable no recibe el nombre de servicio, sino de “servilismo”. Algunos servicios cotidianos están muy relacionados con nuestros deberes y obligaciones, sin embargo, siempre lo relegamos a los demás o no tomamos conciencia de la necesidad de nuestra intervención: Pocos padres de familia ayudan a sus hijos a hacer los deberes escolares, pues es la madre quien siempre está pendiente de esa cuestión. Darse tiempo para hacerlo, permite al cónyuge dedicarse a otras labores. Los hijos no ven la necesidad de colocar la ropa sucia en el lugar destinado, si es mamá o la empleada del hogar quien lo hace regularmente. Algunos otros detalles de servicio que pasamos por alto, se refieren a la convivencia y a la relación de amistad: No hace falta preocuparse por preparar la cafetera en la oficina, pues (él o ella) lo hace todas las mañanas. En las reuniones de amigos, dejamos que (ellos, los de siempre) sean quienes ordenen y recojan todo lo utilizado, ya que siempre se adelantan a hacerlo. Estas observaciones nos demuestran que no podemos ser indiferentes con las personas serviciales, todo lo que hacen en beneficio de los demás requiere un esfuerzo, el cual muchas veces, pasa desapercibido por la forma habitual con que realizan las cosas. Ello supone que, como muchas otras cosas en la vida, adquirir y vivir un valor, requiere estar dispuestos y ser conscientes de nuestras acciones, orientadas hacia ese objetivo. Al respecto debemos realizar algunas consideraciones: Realizar esfuerzos por descubrir aquellos pequeños detalles de servicio en lo cotidiano y en lo común: ceder el paso a una persona, llevar esos documentos en vez de esperar que lo haga otro, ayudar en casa a juntar los platos y lavarlos, mantener ordenado el cuarto o mis objetos personales en el trabajo. Estas actitudes nos capacitan para hacer un mayor esfuerzo en lo sucesivo. Nunca prestamos atención, pero los demás hacen muchas cosas por nosotros sin que solicitemos su ayuda. Cada una de estas pequeñas situaciones pueden convertirse en un propósito y una acción personal. Debemos dejar de pensar que “siempre me lo piden a mí”. ¿Cuantas veces te niegas a servir? seguramente muchas y frecuentemente. Existe un doble motivo para esta insistencia, primero: que nunca ayudas, y segundo: se espera un día poder contar contigo. Si algo se te pide no debes detenerte a considerar lo agradable o no de la tarea, por el contrario, sin perder más tiempo necesitas emprender la tarea que se te solicitó. Todo esto nos lleva a una conclusión: esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser servicial hace falta iniciativa, capacidad de observación, generosidad y vivir la solidaridad con los demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, viendo en los demás a su otro yo.

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Artículo divulgativo basado en: El libro Pasó haciendo el bien, de Francisco Fernández C., Conferencias del Lcdo. Vidal Schimill de Escuela para padres y en la compilación "El poder de la verdad", de la Universidad de Ansted, E.U.A. historiaybiografias.com. Cuentos y canciones para compartir valores. Ed. de la Infancia. Conócete a ti mismo, Omraam Mikhaël Aïvanhov. Diccionario de la RAE.  Conozca sus fortalezas, T. Rath.  Se autoriza la reproducción del artículo, si se menciona como fuente: datamedbank-ec.com

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Auspicia:

 

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